La casa de los abuelos en Barcelona tenía dos patios interiores y un patio al fondo muy largo que estaba dividido en tres partes. En el traspatio o sea el último patio había un chiquero, un gallinero enrejado con gallinas, pollitos y un gallo. También habían patos y pavos. En el chiquero tenían dos cochinos adultos, a los que le nacían muchos cochinitos.
Cada cierto tiempo, el abuelo y el Señor Rojas mataban a un cochino para proveer comida para la casa. Esto normalmente lo hacian los sábados bien temprano. Cuando mi mama escuchaba que el abuelo Ángel le decía al señor rojas “mañana matamos cochino”. Ella se ponía pendiente y se levantaba muy temprano, a eso de las 5 de la mañana, se pasaba a la habitación de los abuelos (la cual tenía una ventana que daba al patio) y veía cada detalle de lo que hacía el Sr Rojas. El cochino daba comida para unos cuantos días y los abuelos se dividían las tareas y las diferentes recetas.
Para el desayuno de ese primer día el abuelo hacia Chicharron y frituras.
Receta del Chicharrón:
El abuelo y el Sr Rojas cortaban el cuero del cochino con carne y tocino y lo cortaban en trozos cuadrados como de 5 cmts. Ponían un caldero al fuego y colocaban las piezas de tocino con carne. Con una paleta se removía y comenzaba a salir manteca. Cuando esta cubría la carne le colocaba agua y le rociaba sal. Se seguía batiendo y el agua se consumía. Cuando la manteca cubría de nuevo a las presas, se ponía agua de nuevo y así se repetía este proceso como tres veces hasta que la carne estuviera tierna. Al secarse el agua se extraía la manteca y esta se guardaba en frascos. Se dejaban dorar las piezas y esto quedaba excelente. Un chicharron tostado por fuera y la carne tierna y suave por dentro.
El chicharrón se comía caliente en el desayuno con arepas.
En ese desayuno el abuelo también hacia frituras. Mi mama no recuerda cual era el contenido de ese plato, solo recuerda que eran tripitas muy delgaditas y blanditas y trocitos de cochino muy ricos.
María López hacia la morcilla con la sangre y las tripas. Esto era todo un proceso, había que lavar bien las tripas, aliñar la sangre con hierbabuena, sal, azúcar y pimienta y luego cocinar a fuego lento. La morcilla también se comía en el desayuno con arepas
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